viernes, 29 de julio de 2011

Crónica de un sueño: "Héroes de Camelot"

Buenas tardes a todos, fans incondicionales (o gente sencillamente aburrida) de éste rinconcillo de escritura del que me he alzado dueño y señor.
Llevaba ya varias semanas (¿o meses, quzás?) sin dedicarle demasiada atención a la cosa, enfrascado en otros quehaceres tales como el trabajo, los amigos, la vida personal... pero, sobre todo, en terminar de dar el primer paso de mi sueño. Un sueño que, como muchos de vosotros sabréis, consiste en ser escritor.
El día 27/7/2011 será una fecha que recordaré mientras viva, un día bastante importante para mí. ¿Por qué? Os preguntaréis. Pues bueno, ni más ni menos porque al fin, tras tantos años, he logrado acabar la que espero será mi primera obra publicada: Héroes de Camelot, las Joyas de Ultramar. Como, obviamente, no podía ser de otra manera, ésto se merece una entrada en condiciones. La principal razón de que hoy me haya vuelto a poner al timón del blog y surque las aguas de la palabra escrita una vez más.
Comenzaré el viaje hablando un poco de la creación de la obra, para todos aquellos interesados en ella. He de remontarme muchos años atrás. Yo apenas era un chaval de en torno a los 15 o 16 años cuando conocí un chat, en ya.com, llamado Camelot. Camelot, el reino legendario, el escenario de las historias de Arturo y Ginebra, de grandes hazañas y valientes caballeros como Lancelot, Gawain o Galahad. De la magia de Merlín y Morgana, de la Tabla Redonda, de la mágica espada Excalibur... Tantas y tantas historias que desde niño había escuchado una y otra vez de boca de mis padres, mis tíos y abuelos. Es lógico, por tanto, que no dudara en formar parte de aquél lugar en el ciberespacio. Así fue como hice mis primeros pinitos con el rol interpretativo.
El rol, como muchos de vosotros sabréis, es sobre todo interpretar un personaje. Las acciones vienen determinadas con la ayuda de dados, de personas que dirigen la historia... en fin, es vivir otra vida, olvidarte de los problemas que te atañen para pasar un buen rato con los colegas. Una experiencia que os recomiendo a todos si aún no la habéis probado. Pero lejos de mi intención divagar sobre éste tema, baste decir que en aquél chat conocí a muchas personas que, hoy en día, son grandes amigos y amigas. Con aquél grupo compuesto de gente de todas partes de España, comenzó lo que con el tiempo se convertiría en una gran inspiración para escribir.
Tras varios intentos de jugar alguna que otra partida por el chat, decidimos que sería más práctico mudarnos al sempiterno messenger (por aquél entonces tan viejuno que no contaba con tantas chuminadas, caritas, dibujillos y demás) y, comenzamos a crear entre todos, el mundo de los Héroes de Camelot. Yo, en calidad de máster (o director de juego), me encargaba de poner en situación a los personajes, de planificar las aventuras, de crear monstruos y retos a los que se tuvieran que enfrentar en sus viajes... en fin, una historia no escrita que se iba desgranando noche tras noche. Nos reuníamos siempre, como un reloj, los Viernes después de cenar, llevando la partida hasta altas horas de la madrugada (había veces que incluso veíamos salir el sol, tal era nuestra pasión en vivir aquellas historias). Seguíamos jugando los Sábados después de comer, durante algunas tardes también, incluso la noche de nuevo. Puede decirse que nos dió bastante fuerte por aquellas aventuras, pero ¿y qué? ¿Que queríamos salir por ahí con nuestros amigos? Aplazábamos la partida para el finde siguiente. ¿Qué mas daba? Teníamos todo el tiempo del mundo para ello. Verano, invierno, primavera, otoño... daba igual la estación que fuera. Nosotros creábamos aquél mundo que, conforme pasaba el tiempo, nos unía más y más.
Algunos pensaréis: que chorrada. Unas personas que se conocen por internet no pueden unirse tanto. Os sorprendería saber lo que es capaz de hacer la gente cuando no hay mentiras de por medio (y, curiosamente, entre nosotros no las había) La gente suele pensar que por la red sólo se miente, se desvirtúa la realidad... pero pensad por un momento, que nosotros no desvirtuábamos la realidad, sino que creábamos una nueva. Así pues, no había necesidad de andarse por las ramas (y eso que, con el tiempo, si alguno tenía un problema siempre podía contar con la ayuda de los otros, aunque fuera para leer sus palabras en una pantalla y recibir el consejo de los demás). Con todas aquellas experiencias, lógicamente, surgió la amistad. ¿Una amistad tan fuerte como la del cara a cara, la del día a día? No sé si llegamos a tanto, pero una buena amistad, al fin y al cabo (que, con el tiempo y al conocernos en persona, sí que llegó a ser igual de profunda que la de cualquiera)
Pero, como todos sabéis, ése tipo de cosas no duran. La gente crece, se hace mayor, tiene más responsabilidades... en fin, tan sólo era cuestión de tiempo que nos fuéramos alejando del mundo virtual, desenganchándonos de aquellas palizas que nos dábamos frente al ordenador, para acallar las necesidades que a todos nos surgían en la vida real. Fué entonces cuando a mí se me ocurrió, la que yo creo, una de mis mejores ideas. Me daba pena ver como tantas y tantas aventuras caerían en el olvido, como nadie excepto nosotros compartirían esos viajes, esos combates, esos romances que habían vivido nuestros personajes. Desde siempre me había encantado leer y escribir. Así que medité sobre ello largamente y, echándole un buen par, comencé a escribir la que sería mi primera novela. Héroes de Camelot, las Joyas de Ultramar.
Pidiendo permiso a mis camaradas de armas para usar sus personajes, empecé a escribir una historia totalmente nueva, con inspiración aquí y allá de aventuras que habíamos vivido, sobre nuestro grupo de aventureros: los Héroes de Camelot. Allí estaban de nuevo, sobre el papel, viviendo aventuras: Cyrus, el samurái; Sad, la vampiresa; Elanor, la elfa; Kai, el pícaro; Seshai, la unicolyan; Pallas, la hechicera y Clyven, el licántropo entre otros. Y, como no podía ser de otro modo, también Sir Francis, el paladín y guía del grupo (autoproclamado líder, con todas las peleas, cachondeos y risas que trajo aquello).
De modo que cogí a todos nuestros personajes y los situé de nuevo en su mágico mundo, dispuestos a vivir aventuras una vez más. ¿Las cosas buenas no duran para siempre? ¡Y una mierda!, pensé, ¿cual es el mejor modo de conseguir la inmortalidad, de hacer que más personas sueñen como nosotros lo hicimos, de que la gente comparta nuestras aventuras de las manos de nuestros personajes? La escritura.
Un libro, donde pueden vivir por siempre, alimentados por la imaginación de generaciones futuras. La forma de que, cuando ya no quedemos ninguno para contar nuestras historias, sean los propios personajes las que las sigan narrando una y otra vez.
Al fin había encontrado mi camino, mi vocación, un sueño por el que vivir y luchar. Quería ser escritor, quería hacerles llegar a los demás mis aventuras, quería darle a la literatura todo lo que ella me había dado (y me sigue dando) a mí. Quería unirme a las filas de fantásticos escritores como Tolkien, Weiss y Hickman, Sapkowski, Martin, Rowling y demás. Tantos y tantos escritores, creadores de sueños, que en España eran tan pocos. ¿Por qué la fantasía y la épica medieval apenas si sale adelante en nuestro país? Hay buenos autores, como Laura Gallego o Virginia Pérez de la Puente. Pues bien, éso se ha acabado, pensé. Es hora de abrirme camino en el mundo editorial y contribuír a la causa con mi propio granito de arena.
Así pues, cogí mi espada... o más bien el teclado de mi ordenador, y poco a poco, letras tras letra, frase tras frase, página tras página, fuí escribiendo mi propio libro. Bien es cierto que podría haber tardado mucho menos, bien es cierto que no considero estar a la altura, ni mucho menos, de grandes escritores del género ya consagrados... pero lo estaré. Lucharé con todas mis fuerzas para estarlo, para abrirme hueco hacia la cumbre y cumplir mi sueño.
Como bien dice mi madre, una de las personas mas sabias y cuerdas que conozco (y éso, en nuestra excéntrica familia, es decir mucho xD) "los sueños se cumplen trabajando duro. Con los pies en la tierra y la cabeza en las nubes". Un buen lema que he procurado seguir, que entendí de verdad hace poco y que me hizo seguir adelante. He luchado contra el desánimo, contra el temor de no estar a la altura, contra la pereza, contra mi propia manía de "ésto está mal, tengo que corregirlo". Los pequeños demonios que tiene todo escritor, como dice George Martin.
Y, como no podía ser de otro modo, he vencido. Así pues, logré acabar por fín mi novela (que ahora está siendo leída y corregida por varias personas en las que tengo plena confianza) y, dentro de poco, empezaré la lucha para sacarla adelante y publicarla. Y pienso conseguirlo, cueste lo que cueste.
A vosotros, lectores/as os animo a que hagáis lo mismo. A que sigáis vuestros sueños, a que luchéis por ellos con todas vuestras fuerzas, día a día, apoyándoos en quien os quiere y os anima. Sin desfallecer. Porque el ser humano no es nada sin un sueño que seguir, y para que todo lo que hemos conseguido exista, alguien tuvo que haberlo imaginado primero.
Nada me resta ya salvo agradecer, de corazón, el apoyo mostrado por mi familia, gracias por soportarme en tantas ocasiones y animarme a seguir adelante. A mis amigos, entre los que cuento a aquellos detrás de la creación de los Héroes de Camelot, por supuesto, porque sin ellos no existiría ésta historia. Y cómo no, a vosotros, lectores, dado que sois el mecanismo que da vida a todas las historias, incluídas las mías.
Un saludo y nos vemos en la próxima entrada, ¡por Onour bendito!

(Agradecimientos especiales a Pedro Ramón Martínez, nuestro querido Cyrus Zeal, por los dibujos que en su día se curró y se sigue currando sobre los Héroes de Camelot (http://electrocereal.deviantart.com) y a los fantásticos peluches que hizo sobre Francis, Sad, Cyrus y Christinne, Irene Avendaño (http://ccscutecustoms.blogspot.com/)

2 comentarios:

  1. Paladín, cuantas aventuras podimos vivir juntos... Ojala tengaís suerte con el libro

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  2. Ya sabes, mucho ánimo y tira para adelante con todo cielo!! Yo te seguire siempre =)

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