martes, 22 de marzo de 2011

Reflexiones de una tarde nublada

Es sorprendente como, a veces, un día que comienza como otro cualquiera puede trastocarse con el más mínimo gesto.
Como todas las mañanas, el móvil ha sonado a las ocho, sacándome de un apacible sueño, momento en el cual me he puesto en movimiento para ir a trabajar. Pese a no tener el mejor trabajo del mundo, tampoco tengo el peor. Tiene sus mas y sus menos, como en todos los aspectos de la vida, supongo. Lo importante, a mi juicio, es saber afrontarlos según te vayan viniendo. Tras una mañana, pues, normal y corriente, regreso a mi hogar, momento en el que me da por leer una red social que hacía mucho que no usaba.
Curioso. Un mensaje privado me aguardaba en mi carpeta de correo. Un simple mail electrónico de una ex novia, explayándose sobre varios temas de índole personal que, como buen caballero, no referiré aquí con detalle. Baste decir que, la idea general de todo ello, era que deseaba pasar página, olvidarse de cuanto hubo entre nosotros, haciéndome hincapié en que jamás la mencionase, que dejase que el tiempo la borrara como si de un fantasma de mi pasado se tratase, una quimera, una ilusión.
Servidor, pese a todo (todos cometemos equivocaciones, para bien o para mal, y a veces herimos a personas que no merecen tal lance) no acabo de entender porqué una relación de cordialidad, de cierta amistad y bonitos recuerdos, puede trucarse de un día para otro en una de olvido, de deseos de cerrar una historia para arrojarla al fondo del mar, a aguas oscuras y abisales.
Meditando sobre el asunto y sus palabras, tan sólo llego a la conclusión de que, si eso hace que la otra persona se sienta mejor y pueda avanzar en la vida, hay que saber aceptarlo. A veces duele sentirse como un fardo que frena el camino de los demás, y tal es la sensación que en estos momentos me provocan esas palabras. Mas, con todo el pesar de mi corazón, si eso es lo que a ella, a la larga, puede hacerle feliz, he de saber aceptarlo y, cual penitencia por mis errores pasados en dicho asunto, sobrellevarlo con toda la entereza de la que soy capaz.
Lamentablemente, el tiempo acompaña a mi pésimo estado de humor en éstos momentos, y nubes grisáceas cubren los cielos, impidiendo que llegue la luz del sol. Como bien dije al principio, sorprende la forma en la que nuestro estado anímico puede variar tan radicalmente por un mero mensaje, una mera imagen, una noticia o unas palabras. Aunque ahora cueste imaginarlo, hay que tener siempre en cuenta que tras esas mismas nubes todavía reluce el sol, el cual, tarde o temprano, volverá a brillar en nuestras vidas.
Y hasta aquí la primera entrada de mi nuevo blog, escribiendo, a modo de liberación, mis pensamientos. Quizás ayuden a alguien que se sienta en la misma tesitura y, de ser así, es todo cuanto podría desear.

1 comentario:

  1. Paladín, todos cometemos errores, y como dices aquí, lo mejor es aceptarlo y dejar avanzar a esa persona, pero nosotros tambien debemos hacerlo, quizás nos cueste más, o quizás sea fácil, pero siempre habrá una mano amiga que nos tienda una cuerda y no dejar que nos hundamos... Aquí teneís la mia.

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