domingo, 10 de abril de 2011

Release the Kraken!!

Las tres y media de la tarde y todo sereno, madre mía. Hacía ya varios meses que no me levantaba a éstas horas, y es que cuando se sale de marcha, hay que salir bien. La cosa comenzó como cualquier otro Sábado para mí, y poco podría imaginar que en unas horas estaría tomando una copa mientras bailaba el "Grease Lightning" en el Cimmeria.
Después de ocho horas de curro, sin parar ni dos minutos para descansar (parece mentira la cantidad de gente que puede tener una tienda céntrica en un Sábado), me dispuse a cerrar y a tomar partido por algún plan tranquilillo. La noche pasada apenas había dormido tres o cuatro horas, y entre éso y el dolor de cabeza que me aumentaba por momentos, no estaba yo muy fino para algún otro plan.
Pero hete aquí que el destino es caprichoso, y los colegas Antonio y Fer, del Otaku Center, se pasaron por la tienda para asegurarse de que salía de fiesta. Sí, lo sé (y lo sabrán todos aquellos/as que me conozcan un poco): a veces soy una auténtica seta hogareña. Soy el tipo de persona que disfruta más con un plan tranquilo, una peliculita, un vicio a la consola con los colegas y demás, que salir por ahi hasta las tantas de la noche. Pero dicen que la ocasión la pintan calva, y ya que llevaba meses sin salir ¿qué mejor momento para hacerlo que con unos amigos con los que, de seguro, me lo iba a pasar bien?
Después de una cena en el Oskar, consistente en un plato combinado (muy buen sitio, por cierto, a todos aquellos que paséis por la plaza de Santo Domingo os recomiendo ir), se nos une Román y, cual si fuéramos los 4 mosqueteros, comenzamos la noche tomando unas cañas en un bar cercano, en compañía de unas amigas. La cosa no pintaba bien para mi cabeza, ya que a pesar de haberme tomado un par de gelocatiles a media tarde, no me hacían demasiado efecto. Es lo que tiene una tarde movidita de cara al público, que por hache o por be, siempre acabas con más de lo que tu cerebro puede abarcar.
Decidido a que no me aguara la fiesta una cefalea, aguanté el tirón y me dediqué a escuchar las anécdotas de los colegas, hasta que por fin nos levantamos y nos vamos en dirección a Tribunal, a un local llamado Cimmeria donde había estado una sola vez hacía bastante tiempo. He de decir que el sitio estaba de puta madre: bien ventilado, buen desfile de féminas, mejor compañía y, sobre todo, buena música (un poco de rock, un twist, la OST de Grease, incluso la bamba..., vamos, que me sorprendí a mí mismo cuando conocía más del 90% de las canciones que ponían, y éso que nunca me he considerado una persona que sepa mucho de música más allá de Bach o Beethoven xD). En fin, comenzando por un mojito, que hacía tiempo que no probaba, y luego con copas que iba trayendo el tito Fer (lo que se dice confianza ciega en un colega, y tan ciego que acabó xD), a la tercera ya me empezó a subir la cosa, encontrándome en el estado en el que muchos de vosotros habréis hallado al bueno del paladín xD Ciertamente, el alcohol te deshinibe, y si ya de por sí soy una persona con poca vergüenza, con un par de tonillos para el cuerpo, aún más.
De tal modo que allí estábamos los cuatro, de bromas y cachondeo (entre las que hubo un buen rato para meterse con la camiseta de Robin que llevaba puesta Fer xD), cuando me dió por reír, bailar y demás. Vamos, lo menos llamativo que me pasa cuando me pongo contentillo (y suscribe una persona que a las 4 de la mañana se creía que Franco vivía en el piso de un colega y quería darle dos ostias al pobre vecino del bajo xD). Total, que salimos a la calle un rato y fue cuando conocí a una amiga que tenían en común éstos piticlis, cliente de su tienda de manga, una chica muy simpática llamada Raquel. Nos juntamos con ella y sus colegas, dado que estaban celebrando el cumpleaños de ésta, y seguimos ruta hacia otro garito llamado "la Ofrenda". Finalmente, terminamos en una plaza al lado, sentados y hablando a las casi cinco de la mañana, momento en el que te da el apalancamiento de después de haber bebido alguna copilla de más. Nos vamos para Gran Vía Fer y yo, junto a Raquel y dos colegas de ésta, dando paso al momento filosófico de la noche. Me explicaré.
Tengo comprobado que siempre que salgo de fiesta con Fer, llega un momento en el que si ambos hemos estado bebiendo un poco, nos toca el momento de las diatribas variadas a las tantas de la mañana. Al final nos acabamos partiendo la caja por todo y es cuando nos salen nuestras bromas más crueles y, curiosamente, más divertidas a ésas horas (y pensar que yo comencé como un chico fácilmente escandalizable cuando le conocí xD). En resumen, que tras un rato de descojone y charleta de la buena, Fer se pira para Cibeles a coger el último bus que le deje en casa, y yo acabo con la chica y sus colegas en Sol, esperando a que abran el metro. Raquel se va en taxi, otro de sus colegas coge un nocturno por allí y yo me despido del último miembro del grupo y echo a andar hacia la plaza de Isabel II.
Ahí es cuando me di cuenta, realmente, de lo molido que estaba. Había dormido, os recuerdo, cuatro horas máximo, llevaba más de ocho horas de curro ininterrumpido en el cuerpo (además de que había sido una tarde movidita) y otras casi ocho horas de fiesta y alcohol en las venas. De modo que me encuentro unos taxis en la calle Arenal, y sin pensármelo dos veces, me subo al primero para irme como todo un señor a casa. Llego a las seis y pico de la mañana, en el típico momento de madrugada en el que te cruzas con algún abuelo (¿adonde irán un domingo a ésas horas? si estuviéramos en un pueblo, pase, pero en Madrid...) y me tiro en la cama, reventado, durmiendo del tirón hasta hace apenas una hora.
Una noche digna de mención, en la que me lo he pasado de puta madre con unos grandes colegas y que tengo que repetir más a menudo. Porque si bien es cierto que me molan los planes tranquilos, he llegado a la conclusión de que sólo se vive una vez y hay que disfrutarlo de vez en cuando, sociabilizar y ése tipo de cosas que no consigues quedándote demasiado tiempo enclaustrado en casa. ¿Que llegaré reventado a la cama y me levantaré a mediodía? Pues sí, pero es lo que hay si sales de juerga. Y que me quiten lo bailao, sí señor.
Hasta aquí la entrada de hoy, que llevaba algunos días tan ocupado que ni tiempo de leer el correo he tenido. Se despide el que escribe, deseando que lo halláis pasado tan bien como yo este finde. ¡Un saludo para todos, gente!

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